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Los orígenes de Túnez

Cartago

Leila Ben-Gacem

Texto:  ADRIÁN ROQUE

Locución:  IRENE MIREIA VERA

Si bien Túnez no se independizó plenamente hasta 1956, su historia nos lleva hasta uno de los imperios más importantes de la antigüedad: Cartago. Fenicios o púnicos, como acabaron llamándolos, tuvieron origen en la mismísima colina de Birsa, en la capital tunecina, con su reina Dido, que huyendo de su marido desde el Líbano se asentó en las costas del país y constituyó su propio imperio. La creadora de Túnez aún pervive en la memoria del pueblo, que la admira y respeta como fundadora de lo que es hoy en día su maravilloso país.

Escucha la epopeya dela Reina Dido
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Entre las olas y mares,

huyendo de su destino,

llegó una tal reina Dido

para escapar de sus males.

Cuentan algunas leyendas

medio verdad, medio falsas,

que zarpó de su marido
y de sus celosas garras.

 

Con sus mejores hombres
y sus bravísimas ansias

buscó un nuevo territorio

hasta que dio con sus playas.

 

Era terreno ocupado
por un pueblo libertario
que habitaba ya en sus costas

con otro saber lejano.

 

“Fenicios, rojos y malvas”

los llamarían los griegos.

Pero entonces eran parias

escapando de su reino.

 

En la colina de Birsa
fue donde desembarcaron

y pidió ayuda a los otros

que con gusto la ayudaron.

 

“Tendrás como territorio,

por no hacer viaje en vano,

tanto espacio como abarques

con la piel de este venado”.

Y así el pueblo amazigh,

que siempre había vivido

en la zona magrebí,

permitió a la reina Dido

instalárseles allí.

 

Ahora, la llaman mito,
los menos fieles, leyenda,

pero Cartago recuerda
quién creó su noble emblema.

 

Era del Líbano este,
se adaptó a nuevas costumbres,

y libró luchas ecuestres
a pie, navales e ilustres.

 

Las historias la recuerdan

como fiel y fundadora,

una mujer luchadora

ahora en Túnez expuesta.

 

“Los niños sabrán su nombre,

hombres lucharán con ella,

las mujeres, como Dido,

querrán ser unas guerreras”.

 

Esta, más o menos,
es su más fiel epopeya,
y en la colina de Birsa,

Cartago y Túnez entera

su memoria permanece
y alienta mujeres nuevas.

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