“Mis hermanos pudieron estudiar, yo me quedé ayudando en casa”
Madre, cocinera, buscavidas
En su documento de identificación consta como Zina Marouani, aunque en su círculo más cercano se la conoce como Mama Zina. Nos recibe en una casa acristalada con vistas a la playa de Raf Raf, en el noreste de la gobernación de Bizerta. Durante este encuentro intercambia miradas de complicidad con su hijo Adnen; quien hace a las veces de intérprete y traductor. Mama Zina no habla inglés, pero sí que sabe comunicarse con maestría en uno de los lenguajes de amor más eficaces: la cocina.
Va ataviada con un vestido borgoña y cubre su cabello bajo un hijab floreado. En el rostro de esta matriarca se intuye cierta seriedad, aunque la sonrisa brota sin esfuerzo al mencionar a su familia. Nos abre las puertas a su oasis personal, al escenario donde ofrece la mejor de sus perfomances en forma de plato: su cocina.
En su barrio era la cocinera oficial y gestionaba un servicio de catering para eventos locales. Ahora se vuelca casi de forma exclusiva en cocinar para su familia, aunque tuvo el “gran honor” de viajar a EEUU para cocinar en Barsha, restaurante fundado por su hijo y su esposa, Lenora.
Entrevista
P: ¿Cómo fueron tus inicios en el arte culinario?
R: Mi abuela y mi tía solían cocinar para todos, especialmente en celebraciones y festividades. Yo me ponía junto a ellas y aprendí ayudándoles.
P: ¿Has percibido algún cambio en la gastronomía tunecina respecto a cuando eras joven?
R: Al menos, en mi entorno familiar y en mi cocina no ha habido grandes modificaciones. Todavía sigo preparando mi propio couscous y fabrico el pan en casa. Quizá se hayan producido ligeras modificaciones, pero creo que la tradición gastronómica se ha mantenido casi intacta.
P: ¿Cuál es tu especialidad? ¿Por qué se te conoce?
R: Por supuesto, por mi couscous y por mi pan. También por el tajine, similar a la frittata, que es un aperitivo. Otros de mis platos estrella son el brik y la mechweya (mechouia).
P: ¿Por qué te iniciaste en la cocina?
R: Es mi felicidad y siempre he disfrutado haciéndolo. ¡En Túnez nos gusta comer! (risas)
P: A propósito, ¿cuál es tu comida favorita?
R: Me encanta degustar una buena sopa o un buen couscous. También adoro el pan.
P: ¿Sueles salir a comer o a cenar fuera?
R: Sí, pero suelo ser muy crítica con los platos que preparan en los restaurantes (admite entre carcajadas).
P: ¿Cómo es tu rutina para cocinar?
R: Lo primero que hago es acercarme al mercado a por ingredientes frescos. Al regresar a casa, cocino los platos y después me encargo de dejar todo limpio. Algunas veces pongo de fondo música tradicional tunecina.
P: ¿Qué opinión tienen los miembros de tu familia sobre tus recetas?
R: Ellos aman mis platos y siempre me piden que se los prepare, sobre todo el couscous.
P: Si tuvieses que explicar a los turistas
extranjeros qué es lo que mejor representa
la auténtica gastronomía tunecina, ¿qué les
dirías?
R: La base de los platos suele ser la
misma y se utilizan abundantes especias,
aunque no nos preocupamos de medir
las cantidades. Algunas de las más co-
munes son el pimentón ahumado, tabel
karouia, el limón, la pimienta negra o el
cilantro.
P: ¿Desafíos presentes en el ámbito culinario
actualmente?
R: No estoy segura. Mi mayor dificultad,
sin embargo, fue preparar la comida to-
dos los días mientras los niños aún te-
nían que ir al colegio; porque tenía que
atenderles.
P: ¿Sigues llevando el servicio de catering?
R: Ya no, aunque todavía hago algunos favores puntuales. En el pasado, me centré en ofrecer el menú en numerosas bodas.
P: ¿Cuál ha sido el recuerdo más bonito de tu biografía?
R: Cuando di a luz a mis cuatro hijos y me convertí en madre.
P: ¿A qué obstáculos te ha tocado enfrentarte como mujer en la Túnez de tu época?
R: Antes los hombres eran quienes asumían las tareas importantes. Por ejemplo, yo no podía ir a comprar al mercado sin estar acompañada de mi marido. Ahora, la situación es muy distinta. Las mujeres ya participan en industrias y sectores diversos.
P: ¿Y en el plano personal?
R: De niña, mi familia era pobre y no disponía de muchos recursos para salir adelante. Tenía varios hermanos que sí que tuvieron la oportunidad de asistir al instituto y completar su educación, pero yo no. Me quedaba ayudando en casa. A partir de ahí me tocó aprender a confeccionar alfombras para venderlas. Me volví muy buscavidas.
P: Personalmente, ¿qué significa para ti ser una mujer tunecina?
R: Es una mujer fuerte y poderosa que siempre cuida de su familia y de su hogar.
P: ¿Qué mensaje te gustaría trasladar a los viajeros que no conocen Túnez?
R: Túnez es belleza, por sus playas, sus montañas, sus costumbres, su artesanía y su gente. Es un bonito país.
P: Si tuvieses que explicar a los turistas extranjeros qué es lo que mejor representa la auténtica gastronomía tunecina, ¿qué les dirías?
R: La base de los platos suele ser la misma y se utilizan abundantes especias, aunque no nos preocupamos de medir las cantidades. Algunas de las más comunes son el pimentón ahumado, tabel karouia, el limón, la pimienta negra o el cilantro.
P: ¿Desafíos presentes en el ámbito culinario actualmente?
R: No estoy segura. Mi mayor dificultad, sin embargo, fue preparar la comida todos los días mientras los niños aún tenían que ir al colegio; porque tenía que atenderles.