Una mujer monumento
Buscar a Leila Ben-Gacem en Internet es encontrarse con interminables páginas de artículos y entrevistas sobre una mujer que lleva marcando su visión en Túnez por más de 30 años. Esta emprendedora llama la atención del mundo con sus propuestas innovadoras de preservación cultural ancestral tunecina, por su fuerza en la política y sus obras de integración socio-cultural en el centro antiguo de Túnez capital, La Medina.
Leila, fundadora de la empresa Blue Fish, especializada en desarrollar oportunidades para la diversidad cultural de tradiciones artesanales y generar soluciones para que las micro-empresas tengan un desarrollo sostenible, también rescata edificios históricos en ruinas convirtiendo sus escombros en espacios comunitarios.
A su vez, es la creadora de la librería digital más grande de música ancestral tunecina de influencia andalusí, la dueña de Dar Ben-Gacem, un hotel boutique que renovó de una casa del siglo VII con la finalidad de preservar su importancia histórica, y una activista social ganadora de la Beca de Ashoka.
Leila Ben-Gacem es una mujer monumento, comprometida con la preservación de la cultura e historia de Túnez que solo ha empezado en su camino. Privilegiados por su tiempo, nos habla de ella y su trabajo.
—Me gradué en ingeniería biomédica y estuve trabajando en hospitales durante los primeros 10 años de mi carrera. La ingeniería biomédica es un mundo fascinante, pero yo me obsesioné con el emprendimiento social y quería ser parte de ello. Siempre quise ser una emprendedora social así que comencé Blue Fish en el 2006. Comenzó con consultorías para ayudar a los artesanos a exportar sus productos y en el 2013 pude abrir mi Hotel Boutique —Leila inicia a contarnos por titulares su larga lista de recorrido personal. Habla con sencillez, firmeza y carisma.
–En el 2020 comencé Diti, un grupo de interés económico que es private sector en la medina de Túnez que rescata edificios históricos abandonados y Rachadia, una ONG como una asociación para la preservación de la herencia tunecina y andaluza de música y artes —se da cuenta que mis ojos se abren de fascinación por todo lo que ha hecho y ríe. Su pautada forma de listar sus logros laborales demuestran que es muy consciente de lo singular que ha sido su contribución como mujer emprendedora en Túnez.
Entrevista
P: ¿Tuviste momentos específicos a lo largo de tu vida y tu carrera que te hicieran tomar las decisiones en tu desarrollo laborar? ¿Algún momento que te inspirase por un camino más que por otro? Lo digo porque el salto de la biomédica al emprendimiento social es enorme.
R: No fue un momento clave lo que me inspiró a cambiar de carrera, fue muy orgánico, durante los años que veía y estudiaba multinacionales y corporaciones internacionales. Me encanta el mundo de oportunidades donde se puede producir y crecer tanto en la ganancia financiera como en la social y cultural. Hacer una compañía que generara éxito para estas dos áreas me interesaba muchísimo y me inspiraba a ser creativa y al mismo tiempo contribuir a mi cultura. Para mí, las posibilidades eran mágicas.
P: Quisiera conocerte más a nivel personal. ¿Qué rescatas de ser emprendedora y de lo que haces? También estás involucrada en la política, ¿qué te mueve hacia tantos temas?
R: El emprendimiento te enseña a innovar, a diseñar soluciones, a romper barreras y a seguir hacia adelante pensando en rediseñar un futuro. Eso es importante en el ámbito de la vida de uno. La política no es un lugar donde la gente esté acostumbrados a tomar riesgos. Las empresas y los proyectos sí. A mí me encanta tomar riesgos, enfrentarme a horizontes nuevos y empujar los límites que las personas se auto-imponen. Lo que me llamó de la política es que me encanta la gente, amo servirle a las personas y veo la política como una manera de servir y lograr hacer más.
P: La empresa de Leila más conocida a nivel mundial es Blue Fish, donde trabajan únicamente mujeres. Leila, eres claro ejemplo de lo que una mujer puede ser y hacer por su comunidad. ¿Crees que ser mujer afecta a las posibilidades laborales en Túnez?
R: Me resisto a pensar así. Yo he intentado estar en los tres mundos: ser emprendedora, trabajar en la sociedad e involucrarme en la política. A decir verdad, estar en la política es lo más difícil para que las mujeres compartan asientos en la mesa con los hombres. Trabajar para una empresa es más fácil, es lo que la sociedad asume como el lugar adecuado para una mujer moderna: ser contratada por una compañía y tener un puesto y salario medio establecido. En la política es muy difícil, la mujer sufre un desprecio y machismo agresivo, una pierde confianza en sí misma y en el sistema. Por eso en Blue Fish trabajamos siempre con mujeres, porque sabemos lo difícil que es para ellas que les den fe en las oportunidades.
P: Además de apoyar a las mujeres en desarrollarse en el mundo laboral, tu enfoque siempre como empresaria ha sido la preservación de tu herencia cultural. ¿Qué significa herencia y cultura para ti? A raíz de eso, ¿qué es ser una mujer tunecina para ti?
R: Me gusta que quizás nosotros subestimamos el potencial de nuestra cultura y herencia para generar oportunidades culturales positivas. Es un tema de orgullo. Sí genera trabajos, pero esto hace crecer el orgullo en la identidad de uno mismo y de su comunidad, en su sentido de empoderamiento y su sentido de pertenencia. Creo que estos son emociones fuertes que ayudan a mejorar mi país. Ser una mujer tunecina para mí es tener una responsabilidad de crear historias positivas para nuestra cultura. Tenemos mucho potencial de crecimiento pero este potencial viene con responsabilidad para crecer de la mejor manera para seguir apoyando tanto la historia de nuestra cultura como el futuro desarrollo.
Leila se caracteriza por su enorme y cálida sonrisa, por su discurso amigable y su fuerza interior. Sin duda, un hito que resonará en la historia de Túnez por muchos siglos.