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El rugido del desierto

Tozeur

Takwa Hadden

Takwa Hadden no habla, ruge. Takwa no camina, ruge. Takwa no posa para las fotos, ella ruge. Y es que Takwa, o a la que pronto mi compañero y yo llamaríamos "la pantera de Tozeur" es aquella mujer leona que todas las mujeres llevamos dentro pero no todas encarnamos. Para Takwa, las calles arenosas y humildes de Tozeur son su pasarela; el puesto de pizza beréber, gastronomía Michelin; y el hijab de seda que la cubre pintado a mano por ella, Hermés. La caricatura de Johnny Bravo me viene a la mente mientras la voy conociendo, pues ella, como aquella, se jacta de todo lo que es y todo lo que hace. Takwa Hadden, como bien le muestra a su séquito de Instagram, vive y protagoniza su Barbie mundo donde reina como Barbie emprendedora, Barbie madre, Barbie artista y Barbie pantera.

 

Conocemos a Takwa fortuitamente a través de su hermano Zied. Zied es un hombre de 27 años que tiene un par de Airbnb modestos alrededor de Tozeur. Nos alojamos en uno de ellos. Zied sufre de las mismas divertidas y tiernas interpretaciones de la realidad que su hermana, y si no lo hubiese conocido en medio de una ciudad del Sáhara pensaría que es un surfero de California que decidió dejar de madurar después de los 19. Su carácter relajado y descuidado es el preciso axis opuesto a su hermana mayor que desde los 22 años está casada, con hijas y en camino a convertirse en la líder de su comunidad. Llego a pensar que Zied piensa que absorbe por osmosis los logros de su hermana, ya que mientras Takwa es, Zied se hace el que es, pero esto no os incumbe en lo mínimo. A su crédito, lo que sí es Zied es un hermano orgulloso de su hermana, y que, gracias a esto, cuando le explicamos por qué estábamos en Tozeur exigió que la conociésemos. "Es la mujer más perfecta que ha caminado sobre la tierra", dijo, y para contar la verdad, luego de conocerla, ¿quién soy yo para decir que no?

 

Zied hace los “arreglos” necesarios para una velada perfecta para nuestra importante reunión con la ilustre Takwa. Escoge un restaurante con temática tropical cuya decoración son unas generosas palmeras, suelo cubierto de césped artificial y sillas y mesas pintadas de un blanco aséptico que refrescan la vista. Zied va acompañado de un amigo, otro hombre barbudo de similar edad emocional que se muestra genuinamente alegre de compartir esta gran entrevista. Su rol: ayudar a Zied en la traducción de lo que quiera decir su hermana, aunque haya sido ella y no ellos la que ha viajado sola a EEUU, invitada por la misma embajada, la que haya ido sola a Alemania como emprendedora y la que tiene más estudios que ellos dos juntos. Mi compañero y yo nos miramos. Nos habían dicho que ella hablaba inglés, ¿porqué están ellos para hablar por ella? ¿Tan alto está el pedestal sobre el cuál la tienen que creen que no la escucharemos? Admito que fuimos rápidos a pensar lo peor e ir imaginando una pieza de igualdad de género sobre la mujer emprendedora que no tiene voz por ser mujer. Pero pronto llega Takwa, bajándose de su coche como si la esperaran los paparazzis, gafas de sol en la noche y si no fuera porque tenía hijab, hubiese visto como la brisa de Tozeur le hacía bailar en cámara lenta su gran melena. 

 

—Yo soy Takwa —nos ruge, y se sienta.

Toma de contacto

En el patio del restaurante se preparan los músicos a tocar y el jardín artificial se va llenando. Le pedimos a los intérpretes a hacer la entrevista adentro del restaurante para poder grabar con menos ruido, petición que pensamos ser sencilla hasta que Zied y el amigo nos dirigen a un sofá situado estratégicamente debajo de la única televisión encendida del restaurante. Nos dimos cuenta rápidamente que Takwa no iba a necesitar intérpretes y que contábamos con fans y no con asistentes. Takwa se acomoda como si llegara a su trono, ella es la única en el sofá y se recuesta tomando espacio cual leona de Serengueti mientras que Zied y compañía traen dos pequeñas sillas de peones que colocan al lado del trono/sofá. Mi compañero y yo, sentados en frente, nos deleitamos en ver este demostración formidable de jerarquía matriarcal y entendemos que ella nos está estudiando a ver si reconocemos su prestigio y poder. —¿Les molesta si fumo?—pregunta Zied. —No, no, para nada — contesto con mi mirada aún fijada en Takwa como si yo fuera una cobra insípida y ella una encantadora de serpientes del profundo desierto. 

 

—De hecho yo fumaba antes pero lo dejé antes de venir a Túnez, mala decisión por mi parte, aquí todos fuman —digo y me rió torpemente con la intención de ir generando un ambiente más personal. 

 

—Necesitas shisha —ruge Takwa.

 

Mi compañero y yo giramos las cabezas para mirarnos tan súbitamente que Takwa suelta una carcajada que hace temblar el vidrio de la pequeña mesa de café que tenemos entre nosotros. 

 

—Deberías ir a fumar shisha. ¿Qué pasa, no te gusta?

 

—No, no, bueno —mi voz insegura tiembla como pollo frente a león justificando sus razones por vivir—. Me ha cogido por sorpresa tu sugerencia —río tímidamente.

 

Takwa carcajea como villana de Disney y me lanza una mirada de picardía y entiendo que, a pesar de presentarnos su máscara de mujer seria y poderosa, tiene un lado en su intimidad traviesa.

 

—Disculpará mi inglés, voy poco a poco mejorándolo.

 

—Para nada, hablas perfecto. Más bien nosotros que no tenemos ni el francés ni el árabe.

 

—El francés no es nada en el mundo— nos corta elevando el mentón y bajando la mirada, segura de lo que dice—.  No sirve de nada en los negocios, ni servirá. Es un problema en el sistema educativo del país que solo se enseñe el francés y el árabe. Pero esto como proceso de descolonización está cambiando y cada vez más personas jovenes están entendiendo la importancia del inglés. El francés es un idioma perdido–. Asevera. Y todos la escuchamos en silencio. —Es una pérdida de tiempo aprender un idioma que no sea práctico en el futuro para la globalización, la política y los negocios. Hay que ser inteligentes. Yo me siento frustrada con mi nivel de vocabulario, no puedo expresar todo lo que quiero expresar. Si tuviera mejor inglés podría hacer más.

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Dignidad

Takwa Hadden es una de esas mujer a las que les queda apretado el disfraz de humana. Ella es mujer maravilla. Además de estar involucrada en la política de Tozeur, es directora del centro de negocios públicos, trabaja con la embajada de EEUU para el crecimiento y desarrollo de negocios de su región, es la presidenta de la asociación de mujeres, la fundadora del “Angel Business Club” que da financiación de capital en tres ciudades al sur de Túnez, trabaja con ONGs para fomentar mujeres emprendedoras y la educación de jóvenes de la región y tiene una empresa que se dedica al desarrollo de negocios locales pequeños que apoyan al financiamiento e inversiones del ministerio de la industria.

 

Además, la pantera de Tozeur es artista: "abre tu Instagram y te muestro", me dice, o me ordena. Yo obedezco. Me muestra sus bufandas y sus vitrales con diseños bereberes; ella hace vitrales, pinta hijabs, diseña ropa, pinta sobre madera, es prodigiosa en la cocina y es madre militar de dos panteritas adolescentes. 

 

—Es muy importante para mi educar a mis hijos con criterio —ruge—. Que sean inteligentes, que tomen desiciones inteligentes y tengan capacidad de pensar de forma más astuta.

—¿Cómo conociste a tu marido? Te casaste muy joven, con casi 21 años— pregunto curiosa por la dinámica. ¿Qué guerrero caza-panteras se dejó domar por una?

 

Takwa levanta la comisura de sus labios con picardía y carcajea sobradamente. "Soy el amor de su vida, esta obsesionado conmigo. Me ama muchísimo. Él era supervisor de mi proyecto de estudios, vio mi inteligencia y mi excelencia en mis estudios y se volvió loco conmigo. 

 

—Y, ¿te casaste después de terminar tus estudios?

 

—No, completé mis estudios después de casarme. A mi marido le gustaban mis ideas y mi manera de trabajar y se volvió loco conmigo. Nos casamos, tuve a mis panteritas y después completé mis estudios. Todo mi éxito laboral ha sido después de casarme. No hay ningún problema en ser madre y tener negocios. Se puede hacer todo. No te fijes ni te obsesiones con hacer nada perfecto. La perfección es el enemigo del hacer. Yo busco hacer las cosas y moverme y que salgan como salgan. Si me preocupo por hacer todo perfecto al final no haga nada bien. 

 

Cada vez va quedando más sólida la visión de Takwa: es una mujer que se deleita con el control. Se come vivo de un bocado a Tozeur, pero se queda en su cuidad porque aquí ella tiene el control.

 

—¿Tienes mucha libertad como mujer en Túnez para hacer lo que quieres en los negocios y en tu vida, s?— preguntamos con curiosidad, por si muestra una pizca de debilidad.

 

—Sí. Pero todas pueden tener lo mismo —ruge con condescendencia para que entienda lo estúpido de mi pregunta—. La mujer tunecina tiene demasiado poder, somos muy poderosas. Más poderosas que los hombres. Mira, yo he venido aquí a hablar contigo y tengo a estos dos hombres que viene conmigo a ayudarme, a cuidarme, a pagarme la comida, a apoyarme como si fueran mis asistentes, y ni siquiera son mi marido o mi padre— se ríe con profundo gozo por su estatus matriarcal y Zied y compañía hacen de su eco.

 

Ella sigue:

 

–Los hombres son más débiles. A un rey o a un líder de batalla se le sigue, y aquí los hombres siguen a las mujeres. Los hombres en Túnez le temen al divorcio porque las leyes protegen a la mujer. La mujer se queda con los hijos y con los bienes y encima el hombre por ley debe pagar la indemnización total. Así que los hombres se cuidan mucho y para ellos es importante que su mujer esté contenta. Por eso digo, las mujeres somos muy poderosas en Túnez.

—¿Pero eso es el caso en todo el país? 

—Las mujeres del sur de Túnez son más respetadas que en el norte del país. Esto en parte de debe a que la cultura amazigh era matriarcal y aún se lleva en la sangre del pueblo a pesar de hoy ser musulmanes. Somos amazigh primero. En el norte no, los hombre del norte son más consentidos, más caprichosos, los del sur son más estoicos y ven la fuerza de la mujer.

— Y en negocios —continua rugiendo—,  la situación para la mujer empresaria en Túnez está mejor que la de EEUU. En Túnez una puede empezar su negocio desde cero, sin fondos económicos. Aquí hay mayor capacidad para recibir apoyo financiero y préstamos de bancos que en Estados Unidos. En estados unidos ponen muchas trabas y piden mucho de alguien que quiere abrir un negocio, aquí, la mujer tiene mucho más apoyo y no tiene que mostrar nada.

 

–¿No se sufre ningún tipo de machismo?

 

–Está claro que sí, como sucede en muchos otros países con las mujeres que trabajan y son inmensamente inteligentes, que el jefe, por ego, no quiere que escale y se da a él mismo el crédito de su trabajo. Yo sufro cuando veo el trabajo de una mujer siendo robado por un hombre inseguro. Por eso me dedico tanto al empoderamiento de mujeres.

Takwa fue nominada por la embajada de EEUU en Túnez como una líder nacional en emprendimiento de mujeres en el 2021. También viaja a Alemania a colaborar con ONGs en el ámbito de empoderamiento de juventud ayudando a crear y desarrollar proyectos en varios sectores desde turismo a agricultura así como también colabora con la union europea como coach para implementación de negocios pequeños en el sur de Túnez. En resumen, si no fuera porque es pantera, sería pulpo con tanto brazo haciendo tantas cosas a la vez. 

—Takwa —la miro directamente a los ojos, aunque en el fondo tiemble de miedo por si me convierte en piedra por preguntar–, hay una ignorante noción sobre la mujer del norte de África que la posiciona por debajo del hombre. ¿Por qué, si tu muestras lo contrario, tenemos esta idea?

—Hay una diferencia entre una mujer que tiene educación y una que no. La manera de pensar es distinta, la forma de ver a las personas y ver la vida en general es distinta. Las que no tienen educación son más cerradas porque son ignorantes a su propio poder. Una mujer educada puede saber y conocer sus propias capacidades, su propio poder y su autonomía en el pensamiento y en el hacer cosas. Por eso la educación es tan importante, porque las personas se conocen a ellas mismas al estudiar— y es en esto que dice dónde veo por primera vez su verdadero poder y de dónde viene: Takwa Hadden se conoce a ella misma. Se conoce y se admira porque sabe que podría, si no fuera por ella misma, estar en un lugar muy distinto y la pantera que es, es la pantera que ella misma trata de dominar. 

 

La música del fondo del restaurante iba incrementando de volumen y el jardín artificial se iba llenando. La pantera y sus subditos cenaron una pizza beréber que, para nuestra sorpresa, es una pizza al uso, e íbamos entendiendo que nuestro tiempo con ellos se acababa.  

 

—Entendiendo todo lo que nos has contado de la mujer emprendedora de Túnez y sus capacidades, tú no dejas de ser una mujer moderna que se sale de lo normativo, sea de donde seas. ¿Qué para ti es ser una mujer de Túnez? ¿Qué le debería quedar más claro al occidente de la muejer tunecina?

Ella no se toma ni un segundo para pensar antes de atacar. 

—La mujer no le pertenece al hombre —vuelve a rugir—. Eso debe quedarle muy claro a Occidente de la mujer tunecina. Ella es responsable de ella misma y libre ante ella misma, independiente y autónoma. Pero aún tenemos marcado y somos muy orgullosas de los valores y la importancia que le damos a la familia. Quizás porque el Occidente está perdiendo la noción de la unidad por tanto énfasis en la individualidad lee esto de la cultura nuestra como si le perteneciéramos a alguien, pero pertenecemos a el amor que tenemos por nuestros valores de unidad y familia que aún son muy fuertes y que aún así, no quitan de nuestra libertad y fuerza.

— La mujer tunecina es un mosaico con elementos de la mujer europeo y la mujer árabe. Se puede encontrar todo tipo de mujer en Túnez, desde la más conservadora madre a la más poderosa emprendedora, que desde luego el ser madre y no llevar una profesión no hace a una mujer menos mujer, algo que tristemente se está perdiendo en el Occidente.

 

Nos levantamos y la pantera y yo caminamos juntas hacia su coche. "Síganme en Instagram, querida", me ordena amistosamente y veo como se sienta, cierra la puerta, nos lanza una sonrisa satisfecha y se marcha hacia la noche como noble pantera del desierto. Takwa Hadden y yo nos seguimos en Instagram, veo cómo va de compras por nuevas gafas de sol y como hace sus pizzas caseras y cómo, desde una cuidad tan lejana, es dueña del mundo. 

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